Descripción
Manuel Leguineche Bollar (Vizcaya, España), 28 de septiembre de 1941. Periodista y escritor español. Estudia Periodismo en el País Vasco. Se inicia en el ejercicio profesional en el semanario Gran Vía. Posteriormente, ingresa en el Norte de Castilla que preside Miguel Delibes. Más tarde da el salto a Televisión Española. Es fundador de las agencias de noticias Colpisa y Fax Press. Como reportero ha cubierto numerosos conflictos como la Guerra de Argelia, el conflicto entre India y Pakistán, la Guerra de Vietnam, Libano, Nicaragua, etc. Como escritor posee una nutrida bibliografía de títulos (más de veinte). Su debut literario tiene lugar en 1978 con ‘El Camino Más Corto. La mayoría de títulos son fruto de su experiencia en enfrentamientos bélicos y políticos. Sirvan de ejemplo ‘El Estado del Golpe (1982), ‘Yugoslavia Kaputt (1992), ‘En el Nombre de Dios: el Islam Militante, los Árabes, las Guerras del Golfo (1992), ‘Los Ángeles Perdidos (1996) y Premio Espasa de Ensayo, ‘Yo Pondré la Guerra (1998), ‘Apocalipsis Mao: una Visión de la Nueva China (1999). En los últimos tiempos, ha escrito ‘Gibraltar (2002), ‘Madre Volga (2003), ‘El Viaje Prodigioso (2005) y ‘El Club de los Faltos de Cariño(2007), Premio Euskadi y Distinción Lan Onarri. Como periodista ha recibido casi todos los premios del sector. El Nacional de Periodismo en 1980, el Cirilo Rodríguez, el Julio Camba, Ortega y Gasset.
26,00 €
dimensiones | 245 págs. 18 x 11. |
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No mires debajo de la cama es una novela acerca de la simetría y desigualdad de las parejas y de la búsqueda universal de compañía y afecto. Y, como es habitual en el autor, acerca de esa otra realidad que se muestra diariamente a través de los pliegues de las que creemos certezas inamovibles. Con un dominio absoluto de sus materiales novelescos y una combinación de registros que abarca desde el drama al humor, pasando por la ironía y la paradoja de raigambre surrealista, Millás ha conseguido crear una apasionante historia que prende al lector con la viveza de su ritmo y lo insólito de sus sorpresas.
“Declararè, que sean Atheistas, las maneras que ay dellos, su origen, sus abominaciones, y daños, con el mas breve y claro estilo que pudiere. Recopilando la doctrina que aqui dirè de muchos y diversos Authores, que contra ellos han escrito, y procurando traer lo que fuere mas a proposito, para declarar esta abominable pestilencia.” En sus «Diez lamentaciones» (1611), Fay Jerónimo Gracián de la Madre de Dios enumera las principales tendencias del ateísmo antiguo y de su tiempo, prestando atención particular a los ateos librepensadores, sensuales, libertinos y agnósticos.
“Sobre este título” puede pertenecer a otra edición de este libro.
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A manera de presentación:
La Asociación Internacional de los Trabajadores constituye para el movimiento obrero y anarquista un punto sumamente importante en su historia.
El hecho de que los trabajadores del mundo se congregaran para fundar en 1864 una organización propia de los trabajadores para combatir la tiranía del capital, puso sin duda los pelos de punta a la burguesía internacional, cuya presión logró que la AIT fuese prohibida en algunos países.
En otros el trabajo organizativo fue tan grande que sus frutos se dejaron sentir en las décadas siguientes a su fundación, siendo el caso más significativo España, donde la fundación de la AIT, posterior a la llegada de Fanelli en 1868, dio como resultado la gesta de una poderosa organización anarquista y anarcosindicalista posteriormente (aunque el sindicalismo digamos embrionario estaría siempre presente en la organización española, desde la fundación de las dos primeras secciones de la AIT).
A lo interno la documentación nos indica que la AIT fue producto de la organización de elementos anarquistas proudhonianos.
Los primeros congresos, aunque costaron lo suyo para arrancar, fueron siempre producto del esfuerzo de obreros franceses proudhonianos. La intromisión de Marx en la escena de la AIT al poco tiempo de iniciados sus trabajos organizativos no tiene influencia alguna en el transcurso de los congresos, en los que conceptos como federación y mutualismo son constantes en las resoluciones, conceptos con los que Marx, desde luego, no tenía nada que ver, pues su sistema es centralista (centralizar en manos de un Estado “obrero” los medios de producción, comunicación, consumo, etc., no pueden ser sino concepciones centralistas) y económicamente contrario al mutualismo.
Pronto y con la entrada de Bakunin en 1869, el mutualismo cedería el paso al colectivismo bakuninista, sin que Marx pudiera hacer nada por contrarrestar la influencia del anarquista ruso.
La única manera en que Marx y sus acólitos pudieron contrarrestar la influencia anarquista en la AIT, proudhoniana primero y bakuninista después, fue por medio de la intriga primero y posteriormente de la artimañana de la creación de secciones fantasmas en el congreso de 1872 de La Haya, a la que Bakunin no podía asistir, y con esta mayoría ficticia logra Marx expulsar a los anarquistas y mandar el Consejo
General a EEUU, intentando así matar a la organización antes de declararse perdedor en la contienda ideológica con el anarquismo.
La historia oficial burguesa y la marxista coinciden en definir al congreso de La Haya como la muerte de la AIT. No nos dicen que posteriormente a dicho congreso la mayoría de las secciones de la AIT, incluso las que apoyaban a Marx anteriormente, desconocen los resolutivos de La Haya por estar amañados y se reúnen en Saint-Imier para dar continuidad a los trabajos de la AIT.
Poco debe importar a los investigadores serios las conclusiones de la historia oficial burguesa y de la historia marxista. Ambas corrientes suelen manipular todo lo posible las cosas; una para dar golpes a las ideas revolucionarias; otras para darse aires revolucionarios a veces o salvaguardar la poca integridad socialista que les pueda quedar.
La historia, la documentación sin tintes ideológicos, ha dado grandes pruebas de que la AIT no murió como Marx pretendía. Esta siguió su camino y en países como España, aun pese a la represión y constante reestructuración de las organizaciones, los trabajos no dejaron de continuar.
Si bien llegó un momento en que de nombre la AIT no existía, las secciones continuaban sus trabajos organizativos.
Bien hace James Guillaume cuando ante la propuesta de realizar un congreso reconstitutivo de la AIT en 1877 afirma: “el congreso propuesto no puede tener por propósito crear una nueva Internacional. Ha sido planteada en ciertos periódicos la reconstitución de la Internacional, pero la Internacional no tiene necesidad de ser reconstituida porque ella existe…”
Sin embargo entrados ya en el siglo XX la AIT no existe nominalmente, y ante la llamada “Tercera internacional”, creación del bolchevismo en 1919 y por cuyo conducto pretendían someter al movimiento obrero internacional a las directrices del marxismo bolchevique, Rudolf Rocker y otros grupos anarcosindicalistas se reúnen a finales de diciembre de 1922 e inicios de enero de 1923 y reconstituyen formalmente a la AIT, a cuyos principios anarcosindicalistas se suman rápidamente varias secciones a nivel mundial.
El trabajo que presentamos en esta ocasión trata de los congresos de la AIT en su formación y un poco más adelante de su ruptura entre marxistas y anarquistas en 1872.
Es una obra realmente esclarecedora por la documentación que aporta y el análisis que realiza.
Bien se puede apreciar el trabajo de investigación que Víctor García, el llamado “Marco Polo del anarquismo” realiza al recuperar los pun
tos del orden del día de los congresos, así como algunas cartas esclarecedoras sobre los principales actores de las disputas ideológicas.
Más que un trabajo de recuperación de un documento importante para la historia del anarquismo, nos dimos a la tarea de recuperar esta obra por la importancia que tiene para aclarar muchos de los mitos que sobre la mítica organización de los trabajadores se han dicho, así como inspirar a los trabajadores que lean esta obra a reiniciar o continuar los trabajos organizativos del trabajo contra el capital, continuando la lucha que nuestros antepasados emprendieron y que sin duda debemos continuar.
Por el internacionalismo, por el anarcosindicalismo, por la anarquía. ISBN 13: 9788433410481. I
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Berkman, Alexander
El ABC del comunismo libertario. – 1a ed. – Buenos Aires :
Libros de Anarres: LaMalatesta ; Tierra de fuego, 2009.
90 pp. ; 20×12 cm. – (Utopía libertaria)Traducido por: Marcos Ponsa González-Vallarino
ISBN 978-987-1523-07-8Preámbulo a esta edición
Chris Ealham
Nacido Ovsei Osipovich Berkman en Vilna (Lituania) el 21
de noviembre de 1870, en una familia judía rica, vivió desde muy
joven en San Petersburgo, donde adoptó el nombre de Alexander,
aunque sus amigos le conocían como Sasha. En San Petersburgo
le infl uyó mucho su tío Mark Natanson, líder revolucionario y
fundador del famoso grupo Narodnik, el “Círculo Chaikovski”,
que acabaría incluyendo entre sus miembros a Piotr Kropotkin.
Desde muy joven, Berkman mostró un fuerte radicalismo y
una gran capacidad para expresarlo por escrito: con sólo doce
años lo castigaron en el colegio por escribir un ensayo titulado
Dios no existe. Después de la muerte de sus padres, con dieciséis
años, emigró a Estados Unidos, un país sacudido por la revuelta
de Haymarket y el asesinato judicial de cuatro anarquistas.
Se estableció en el Lower East Side de Nueva York, el barrio
por excelencia de los inmigrantes pobres, sobre todo de Europa
occidental, con unas condiciones sociales infames y donde la
densidad de población era una de las más altas del mundo.
Emma Goldman nos habla del Berkman de aquella época,
cuando el escritor tenía solo diecinueve años: “Era poco más
que un niño… pero con el cuello y el pecho de un gigante”.
Empujado por las circunstancias que lo rodeaban y por su
profundo espíritu de justicia, tardó poco en unirse al movimiento
libertario y acabó convirtiéndose en uno de los anarquistas más
importantes de la historia de Estados Unidos.
Según algunos testimonios, Berkman había decidido volver
a Rusia para sumarse a la lucha clandestina contra el zarismo,
cuando unos hechos sangrientos en Homestead, Pennsilvania, en
1892, cambiaron el rumbo de su vida para siempre. En esa localidad surgió un confl icto entre sindicalistas y la Acerería de Carnegie.
La empresa se negó a negociar con los huelguistas y declaró un
lock-out en un intento de romper el poder del sindicato.
El director de la empresa, Henry Clay Frick, contrató los
servicios de los pistoleros de la agencia Pinkerton, especializados en perseguir sindicalistas por todo EE.UU. Poco después
de llegar a Homestead, los Pinkerton mataron a diez sindicalistas. La noticia se extendió como la pólvora por todo el país.
1. Comunismo. 2. Anarquismo. I. Ponsa González-Vallarino,
Marcos, trad. II. Título
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