Descripción
5,00 €
Booket – 9788408079200
Narrativa en bolsilloRomántica en bolsillo
La antigua Roma, descubrimientos arqueológicos en Pompeya, secretos del Vaticano, misteriosas civilizaciones perdidas y señales desde el espacio. Estos son los ingredientes con los que Valerio Massimo Manfredi construye La torre de la soledad, una de sus mejores novelas.
Un grupo de soldados romanos que avanza por el desierto del Sahara es aniquilado por una presencia feroz y misteriosa nacida de una torre solitaria en el extremo del mar de arena. Solo un superviviente: el arúspice etrusco Avile Vipinas.
Veinte siglos después, en 1930, un joven arqueólogo norteamericano, Philip Garrett, descubre en Pompeya la habitación de Avile Vipinas quien, antes de morir, quiso dejar testimonio del horror oculto en la torre solitaria y de cómo llegar hasta ella para destruirlo.
Mientras tanto, en el Vaticano, Guglielmo Marconi es convocado en mitad de la noche al observatorio de La Specola, donde una potentísima radio, construida con gran secreto, está captando una misteriosa señal que proviene del espacio. El padre Boni, director del observatorio, ha hecho construir esa radio tras haber descubierto en las notas de su predecesor que diez años antes Garrett había traducido con éxito un texto oculto durante siglos en un lugar recóndito de la Biblioteca Vaticana: una especie de biblia elaborada por una civilización mucho más antigua que cualquiera de las conocidas. Antes de extinguirse habían construido la Torre de la Soledad y lanzado una señal al espacio. Pero ¿qué esconde la torre? ¿Quiénes eran, si realmente existieron, los Blemmi de los que hablaban los antiguos viajeros? ¿Cuál es el secreto de la bellísima Arad, por cuyas venas corre la sangre de la antigua reina negra de Meroe?
Un grupo de soldados romanos que avanza por el desierto del Sahara es aniquilado por una presencia feroz y misteriosa nacida de una torre solitaria situada en el extremo del mar de arena. Solo un superviviente: el arúspice etrusco Avile Vipinas.
Veinte siglos después, en 1930, un joven arqueólogo norteamericano, Philip Garrett, descubre en Pompeya la habitación de Avile Vipinas quien, antes de morir, quiso dejar testimonio del horror oculto en la torre solitaria y de cómo llegar hasta ella para destruirlo. Mientras tanto, en el Vaticano, Guglielmo Marconi es convocado en mitad de la noche al observatorio de La Specola, donde una potentísima radio, construida con gran secreto, está captando una misteriosa señal que proviene del espacio. El padre Boni, director del observatorio, ha hecho construir esa radio tras haber descubierto en las notas de su predecesor que diez años antes Garrett había traducido con éxito un texto oculto durante siglos en un lugar recóndito de la Biblioteca Vaticana: una especie de biblia elaborada por una civilización mucho más antigua que cualquiera de las conocidas.
Antes de extinguirse habían construido la Torre de la Soledad y lanzado una señal al espacio. Pero, ¿qué esconde la torre?¿Quiénes eran, si realmente existieron, los Blemmi de los que hablaban los antiguos viajeros? ¿Cuál es el secreto de la bellísima Arad, por cuyas venas corre la sangre de la antigua reina negra de Meroe?
Título: Me llaman Padre Tocino
Editorial: Verbo Divino
Año de publicación: 1984
Encuadernación: Encuadernación de tapa dura
Werenfried (Philipp) van Straaten (Mijdrecht, Holanda, 17 de enero de 1913 – Bad Soden, Alemania 31 de enero de 2003), con nombre de pila Philippus Johannes Hendricus, fue un sacerdote y monje premonstratense conocido por su labor humanitaria, especialmente como fundador en 1947 de la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
El año 1932 estudió filología clásica en Utrecht. En 1933 ingresó como monje de la orden religiosa premonstratense a la abadía de Tongerlo, en Bélgica y en 1940 fue ordenado sacerdote. El año 1959, el Padre Werenfried visitó los territorios de refugiados en Asia y estuvo con la madre Teresa de Calcuta.
Falleció en Alemania, el 31 de enero de 2003.
Fue conocido como el “Padre Tocino“. En 1947 fundó la Asociación Internacional Ayuda a la Iglesia que Sufre (Ayuda a la Iglesia Necesitada), fundación católica de apoyo a los refugiados y a los cristianos perseguidos por su fe. De esta manera, salvó a miles de personas de la miseria moral y material.
Su lema personal fue “El hombre es mucho mejor de lo que pensamos“. Para llevar la fe a los más necesitados, tuvo iniciativas muy originales como los “Barcos-Capillas”, los “Autos-Capillas” y los “Sacerdotes con mochila”.
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